Pues en la gran avenida Hertz de Decibelandia, recuerden que solo existe esa avenida, hay muchos edificios construidos sobre ésta, uno junto al otro, tan, pero tan pegados que a veces cuesta trabajo distinguir cuál es cuál. Y cada uno de estos rascacielos, porque son muy altos, están numerados de una manera especial.
Debo decir que la avenida Hertz, es muy larga, más bien larguísima y solo nos va a interesar, para efectos de esta historia, una pequeña porción de la misma, es decir la que corresponde a las frecuencias del sonido. El edificio de las frecuencias de la luz que nos llega del sol – y de la cual sólo usamos una pequeña porción para ver – se encuentra en la dirección de la Avenida Hertz con el número 4 seguido de 14 ceros, ¡imagínense! y queda, ciertamente, muy lejos de la zona que nos interesa qué, como les dije, es la zona de las frecuencias del sonido.
En este momento no se preocupen mucho por el concepto de las frecuencias, porque este tema lo aclararemos a su debido tiempo. Lo importante es quedarnos con la idea que los seres humanos oímos sonidos que van de los 125 a los 8,000 Hertz.
Pues bien, el primer edificio de las frecuencias del sonido tiene el número 125 de la avenida Hertz así que, si le quieren mandar una carta a alguien que vive en ese edificio, le tienen que poner el número 125 Hz (así se abrevia Hertz) de Decibelandia. Y ahora sucede algo muy curioso: el siguiente edificio tiene el número 250 Hz, el siguiente 500 Hz y así sucesivamente. ¿Qué está pasando?, bueno pues que, estando en la entrada de un edificio, el número del siguiente edificio será el doble del inmediato anterior. Si estoy en el número 4,000, ya se que el siguiente es: 8,000 Hz.
