2a. Parte: Entrevista al Ing. Santiago Cardoso: En manos expertas los aparatos auditivos si ayudan a oír y entender.

Estimados lectores: El Ing. Cardoso amablemente aclarará cualquier duda derivada de esta entrevista o cualquier pregunta en su correo personal informes@otofon.com.mx y/o en el Whatsapp 44-42-81-10-11 y/o en los teléfonos 811-1128 y 831-2154

¿Ing. Cardoso: de su pasada entrevista muchos lectores nos han preguntado, por qué muchas personas dicen que oyen pero no entienden?

Porque han perdido la capacidad de oír los sonidos agudos. Un sonido agudo es el canto de un canario, el sonido de un violín, los sonidos que hacen los cubiertos cuando chocan entre si, el tintineo de las llaves de la casa, las voces muy delgadas de los niños, etc.

En ese rango de sonidos se encuentran las consonantes agudas como la /f/, la /s/, la /g/, la /ch/, etc. Estos fonemas, así se les llama, son sonidos muy suaves que no se pueden pronunciar muy fuerte. Si quiero decir /ffffffffffff/ muy fuerte no puedo pasar de un cierto nivel de intensidad.

El problema de escuchar pero no entender está asociado a no escuchar estas consonantes por ser sonidos muy suaves y muy agudos.

¿Por qué nos pasa esto?El factor más común es la edad. Otro factor son las lesiones producidas por disparo de armas de fuego, por escuchar música muy fuerte, por trabajar en ambientes de mucho ruido sin protección, etc.

En ambos casos se destruyen las neuronas de la cóclea (caracol) del oído interno mismas que ya no se regeneran. Es como perder células de la retina que llevan a la ceguera. En la vista es muy evidente; en el oído no.

 

 

En la audición el problema es difícil de identificar porque gradualmente nos acostumbramos a oír menos sin darnos cuenta. Por esta razón el deterioro se manifiesta muy lentamente y es frecuente que digamos y creamos muy firmemente: ¡que los demás hablan entre dientes y que nosotros oímos muy bien!, cuando en realidad los que no escuchamos somos nosotros.

Para complicar el asunto, nos confundimos porque cuando platicamos de frente y cerca y no hay ruido, regularmente oímos bien; pero no pasa lo mismo cuando hay varias personas y hay ruido de fondo: en ese momento es cuando frecuentemente oímos pero no entendemos.

La /ssssss/ y la /tttttttt/ son fonemas que se escuchan prácticamente iguales y es muy fácil confundirlos. Un caso usual son las palabras “sesenta” y “setenta”. Muchas personas mejor dicen “seis cero” o “siete cero” para evitar la confusión.

Cuando uno se acercaba al balcón de la novia decíamos “pst”, “pst” que es un sonido muy suave que casi no se oye.

Entonces ¿por qué muchas personas escuchan pero no entienden?, porque no escuchamos los sonidos agudos y, además, porque el ruido enmascara (tapa) parte de lo que se dice y, en lugar de oír “sesenta” oímos “sesenta”.

¿Ing. Cardoso, nos podría dar otros ejemplos?

 

 

Como se puede observar los sonidos agudos se van desvaneciendo progresivamente.

Ahora bien, si esta frase la escuchamos en un ambiente de ruido el problema se agudiza inmediatamente. El ruido hace las veces de un eclipse sobre los sonidos suaves y agudos que se van desvaneciendo rápidamente y desaparecen muy rápido.

 

 

Si la fuente de sonido se encuentra a más de tres metros no vamos a oír ni a entender nada, aún con audición normal.

Tenemos un problema adicional que es el enmascaramiento que se produce por los mismos fonemas dentro de las palabras. Por ejemplo el fonema /a/ es muy intenso y se propaga por mucho tiempo como cuando aventamos una gran piedra a un estanque en total calma. El agua tarda mucho tiempo en volver a la normalidad.

El problema de oír con claridad es multifactorial y muy complejo. Las adaptaciones de auxiliares parten de los resultados que ofrece la computadora y se individualizan para cada cliente. Dos audiometrías iguales nunca resultan en adaptaciones iguales. Siempre es un proceso que se lleva a cabo lentamente, sin agredir, con cuidado y con mucha paciencia para obtener el resultado óptimo que nos permitan la tecnología disponible y los restos auditivos de cada cliente. Ese es nuestro límite.
¡El enmascaramiento dentro de las palabras!

En cambio los fonemas como la /c/, /s/,/t/,/ll/ son muy breves y de muy baja intensidad. Es como lanzar una piedrita al mismo estanque; se producirá una breve perturbación pero rápidamente regresará a un estado de total calma. Imagínese cómo se oiría la palabra: “castillo” con un poco de ruido “castillo”. No se entiende en sí misma.

Si pensamos en la palabra “haz”, Cri-Cri se imaginaría a la /a/ como a “Doña Olla” con un gran vestido ampón, con ostentosos holanes e inmensos pliegues y al pobre “Don Comal”, como la /z/, perdido en todas esas asfixiantes e inacabables telas, lentejuelas, listones y filigranas apenas asomando la cabeza y sofocado por el estrafalario atuendo de “Doña Olla” para bailar tango como el ¡Che-Araña!…. Treeeees pasitos… Arrastraditos… Pa’ delante y para atrás. ¡Tan-tan!

¡Oír con claridad es muy complejo!

¿Y entonces qué se hace para los niños en las clases o las personas que atienden una sala de juntas?

Para esos casos existen dispositivos de transmisión inalámbrica qué, conectados con los auxiliares auditivos, pueden transmitir el sonido hasta una distancia de 20 metros y se tiene la sensación de que le están hablando a uno al oído. De la misma manera existen teléfonos fijos que brindan la misma experiencia auditiva. Yo uso uno de estos teléfonos en mi oficina y escucho muy bien. También la experiencia de escuchar la televisión y el celular con estos dispositivos ofrece experiencias muy buenas.

¿Y hay algo más que se pueda hacer?

Si, hay algo importantísimo y es el molde que se va a usar. El diseño de un buen molde le permite al auxiliar aprovechar al máximo sus recursos para recuperar los sonidos agudos y evitar distorsiones que se producen en ciertas frecuencias. Los moldes son vitales en una buena adaptación. Yo diría que un 50% de la adaptación depende de unos buenos moldes y a este renglón, desafortunadamente, casi nunca se le da importancia. El otro factor fundamentalísimo es la transposición de frecuencias que explicamos en la pasada entrevista, también de capital relevancia.

¿Y es primordial atender este problema Ing. Cardoso?

Si, es muy importante atenderlo. Todos los sentidos son las puertas de entrada al cerebro. El que oye no es el oído. El que oye es el cerebro. El oído es la puerta al cerebro. Así como adquirimos la capacidad para discriminar y entender el lenguaje cuando niños, de la misma manera perdemos esta capacidad si dejamos de escuchar y nuestro lenguaje se empieza a deteriorar. Es como cualquier habilidad.

Desafortunadamente un alto porcentaje de la población que necesita usar auxiliares auditivos no lo hace. Está documentado que en promedio una persona tarda 7 años en decidirse a usar auxiliares auditivos. Entre más pase el tiempo más trabajo cuesta recuperar la habilidad para volver a entender. Entre más temprano los usemos el pronóstico será indudablemente mejor.

Yo exhorto a todas las persona a dejar atrás los atavismos culturales ligados al uso de los auxiliares auditivos. Quien pierde es uno y muchas veces quienes más sufren son quienes nos rodean. Hoy en día los auxiliares son tan pequeños que difícilmente se notan. Es una cuestión de madurez y de cultura de la salud.

Muchas personas hacemos ejercicios de habilidad mental para mantener las funciones cognitivas y evitar el Alzheimer; sin embargo no nos damos cuenta que oír bien contribuye a mejorar y mantener esas mismas funciones cognitivas y nos integra al mundo normaoyente. Los oídos son la puerta al cerebro.

¿Nos podría decir dónde pueden localizarlo?

En Av. Venustiano Carranza 1120-1 en los teléfonos (444) 811-1128;
(444) 831-2154; Celular y Whatsapp 44-42-81-10-11

Ing. Santiago Cardoso
¡Muchas gracias por esta segunda entrevista!

Ha sido un placer. Gracias a ustedes.